Angkor nos ha impresionado, sin duda justifica la visita a Camboya.
Sin embargo el recuerdo que nunca olvidaremos es el de los niños camboyanos siempre sonriendo a pesar de no tener ninguna de las comodidades, a veces excesivas, de las que disponen los niños en España. Estos niños desde los 5 añitos recorren varios kilómetros para ir al cole y cuando no están en él intentan sacar unos dólares vendiendo todo tipo de souvenirs a los turistas, cuidan a sus hermanos pequeños o ayudan a sus padres en los trabajos del campo o en las labores domésticas.
Estoy pensando, quedarme en Camboya, ya que he descubierto mi vocación:
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